domingo, 12 de junio de 2016

La mentira del refrán "los libros no muerden"

Los verdaderos libros, aquellos que nos muerden el alma, no son muchos, pero nos hacen volver a ellos una y otra vez, como  a "la casita de mis viejos" a la que alude el tango.
Conocemos todo de ella pero cada vez que la visitamos hay un algo que antes jamás habíamos encontrado, esa escena perdida entre todas que nos hace recapacitar y reescribir el argumento mental completo que teníamos de aquella película inolvidable, aunque para muchos sea un bodrio reverendo. Que cuanto más bodrio más reverendo.
Hace unos días uno de mis hijos trajo a casa una película con un título por demás atractivo: "El Efecto Mariposa" cuyo final - según mi anciano entender - es digno de ser repetido una y otra vez, con la misma obstinación que un perdedor fanático de punto y banca persigue el inútil sueño de alcanzar la recuperación.
El protagonista se cruza con el amor de su vida, que por aquello que hace de un verdadero amor algo maldito por la naturaleza de las cosas y las convenciones de la sociedad no debe ser invocado, y tragándose las ganas de abrazarla y besarla e intercambiar los fluidos del ser en el Otro debe necesariamente elegir el tortuoso sendero de la indiferencia y el no te conozco que tantas veces usamos para trances menores.
Ese final es tan atractivo que en cuanta ocasión tenga repetiré una y otra vez hasta el final de mis horas tanto como la frase seca y extraordinariamente imperial con la cual uno de los segundos del Capitán James Cook relata su entierro en el mar: "In the evening I had the remains of Captain Cook commited to the deep, with all the attention and honour we could possible pay in this part of the world"( narrative of Captain King, Monday, 22nd February 1779, Captain Cook. Voyages of Discovery - Academy Chicago Publishers, 1993, p. 453).
"Los restos del Capitán Cook consagrados a lo Profundo", "En esta parte del mundo", "Con toda la atención y el honor que podíamos pagar" y "Al atardecer" me parecen Cultemas lo suficientemente poderosos para ser repetidos una y otra vez a lo largo de todos mis escritos y que deberían ser utilizados , a su vez, por todos aquellos que creen en la cultura como ámbito de reproducción de las frases inolvidables.
Los libros que muerden tienen miles de estas perlitas ocultas entre sus palabras, sólo se trata de vestir como Dios manda el traje de Cazador de Cultemas que todos debemos tener siempre listos en nuestro ropero, en lugar del famoso cadáver de aquella loca comedia.

Guillermo Compte Cathcart

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